Los sistemas de alcantarillado por gravedad no funcionan bien cuando los caudales son muy variables a lo largo del año.
Cualquier sistema de alcantarillado se debe diseñar para el caudal punta, de manera que sea capaz de gestionar el caudal máximo previsto para la instalación.
Pero, ¿qué pasa si durante una gran parte del año el caudal máximo es muy inferior al caudal máximo de diseño? En ese caso, durante gran parte del año no se alcanza una velocidad mínima de auto-limpieza de los colectores, provocando que se acumulen los sedimentos. El resultado son malos olores y frecuentes operaciones de limpieza con camiones cuba cuando los sedimentos obstruyen completamente las tuberías.
Todos estos problemas son habituales en las poblaciones turísticas. Si además, debido a la cercanía al mar, hay un nivel freático elevado y para reducir la excavación se han montado las tuberías con una pendiente mínima, los problemas se agravan considerablemente.
Los sistemas de alcantarillado por vacío también se diseñan para el caudal máximo previsto. Pero son menos sensibles al funcionamiento con caudales inferiores. Gracias a la fuerza del vacío se consiguen altas velocidades incluso con caudales pequeños, por lo que no hay riesgo de sedimentaciones. Esa es una de las ventajas por las que poblaciones costeras apuestan por el alcantarillado por vacío.
El problema contrario aparece cuando el caudal que entra al sistema es muy superior al caudal de diseño de la instalación. Por ejemplo, si se produce entrada de agua de lluvia a la red de aguas residuales. Esto pasa cuando algunos residentes conectan sus pluviales a la red de aguas residuales o cuando se producen infiltraciones del nivel freático a la red de aguas residuales. En sistemas por gravedad, las tuberías pueden entrar en carga y producirse reboses de aguas negras. Este riesgo vuelve a ser mayor en zonas llanas, con tuberías con pequeñas pendientes.
En un alcantarillado por vacío, las válvulas de vacío normalmente abren únicamente cuando llega agua al pozo, con tan solo 40 o 50 litros. Una vez han vaciado el pozo, se mantienen abierta durante un par de segundos más para que entre aire y se produce el transporte de una mezcla de aire y agua a alta velocidad. Las válvulas abren neumáticamente, con la fuerza del vacío. Si el caudal es mayor que el caudal de diseño durante un periodo prolongado, puede llegar a entrar demasiada agua y poco aire, reduciendo la capacidad de transporte del sistema.
Un sistema de alcantarillado por vacío con telecontrol de las válvulas de vacío permite reducir el impacto de caudales muy variables. Puesto que las válvulas abren neumáticamente, el telecontrol normalmente únicamente las supervisa para detectar cualquier anomalía. Pero en caso necesario, gracias al telecontrol, se puede activar algunas válvulas para que habrán sin nivel de agua y aporten aire extra al sistema. Por ejemplo, ante un aviso de tormenta, la entrada de aire podría vaciar completamente la tubería de vacío, aumentando considerablemente la capacidad de transporte de la misma. Esta actuación también beneficiaría a la depuradora, al laminar el caudal de entrada a la misma.
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